Cuando se vive mucho tiempo en el mundo de los pensamientos, es difícil aprender a expresar los sentimientos.
Muchas veces sucede, que cuando somos niños, se nos reprime constantemente la expresión de emociones.
Un ejemplo es si un niño (hablo más del género masculino debido a que son socialmente, quienes reprimen más sus emociones) juega a la pelota, se cae, se lastima y empieza a llorar. Llegan sus padres y el comentario típico «no llores, aguantate porque los niños/hombres no lloran».
Lo mismo pasa si cuando te enojas te dicen «no te enojes, el que se enoja pierde».
Lo que sucede es que comienzas a reprimir esas emociones, a guardarlas dentro de ti.
¿Y qué pasa? Que comenzamos a crear una armadura que no nos deja llegar a esos sentimientos.
Para comenzar a notar este mundo emocional, una gran estrategia que se puede hacer, es ir notando tus sensaciones corporales, las cuales te irán indicando qué emociones estás sintiendo. Presta atención.
Puedes también realizar una lista como la siguiente:
Evento o situación
«Discusión con mi familia»
Sensación corporal que se presentó con ese evento
«Tensión en manos, nudo en la garganta»
Emoción o sentimiento que se presentó con ese evento
Enojo y tristeza.
Con esto, poco a poco irás volviéndote más consciente de ti mismo(a) de lo que te sucede y de tu mundo emocional, evitando reprimir dentro de ti.
¿Por qué es malo reprimir emociones?

Porque cualquier emoción no expresada, a la larga genera enfermedad.
¿Te suena el que cuando estás muy enojado(a) y lo contienes durante un largo rato, o acumulas varios enojos, luego tienes gastritis o colitis?
Bueno, pues es justo una emoción contenida a tal grado que el cuerpo requiere expresarla y sacarla del organismo de cualquier forma, y como no se le ha permitido, sale como un síntoma o enfermedad.
Recuerda que ninguna emoción es buena o mala, sólo son emociones. Su objetivo es hacernos responder ante algo que sucede en nuestra vida. No les tengamos miedo.
Y tú ¿expresas tus emociones?